Si a menudo nos sorprendemos al ver como una cada vez más eficiente tecnología energética no produce vehículos igualmente eficientes, tal vez deberíamos echar un vistazo a esta colección de catálogos publicados por la empresa automovilística Citroën, desde los años cincuenta a los ochenta. (Más catálogos aquí, aquí, aquí y aquí.) Son copias de folletos originales del legendario coche hippie por excelencia, el 2CV o Dos Caballos también conocido como “el pato” o “la cabra” en algunos países europeos. A pesar de la cantidad de tecnología introducida en los automóviles desde entonces, el 2CV es desde 1949 energéticamente más eficiente que cualquiera de los utilitarios franceses actuales. Y esto ¿ a que se debe?
La producción del 2CV dio comienzo en 1949 y finalizó en 1990, vendiéndose solo en Europa. En un inicio su motor cubicaba 350cc, lo que le confería una potencia máxima de 8 hp (DIN-HP) que le permitía alcanzar una velocidad máxima de 65 Kilómetros por hora. En 1954 se aumentó su potencia a 10 HP, que le posibilitaba llegar hasta los 80 kilómetros por hora. En 1974 la potencia de su motor ya alcanzaba los 24 HP y su velocidad máxima los 102 kilómetros por hora. Los motores de los últimos modelos cubicaban 602 cc y entregaban 30HP de potencia, posibilitando una velocidad máxima de 120 kilómetros por hora.
500 Kilogramos
A pesar de sus más altas prestaciones (casi se había doblado la capacidad del motor y cuadriplicado su potencia y doblado su velocidad máxima) el peso de este coche hippy, seguía siendo el mismo. (Fuentes: ^1, ^2).
Hoy en día no existe ningún coche que haya seguido una evolución parecida. El modelo más pequeño de Citroën en el mercado, el C1, pesa 810 Kilogramos (incluso empleando materiales más livianos en su montaje). El motor del C1 cubica 998 cc, siendo su potencia máxima 68 HP y su velocidad máxima 157 Kilómetros por hora.
8 veces más potencia
Si comparamos el C1 con el primer modelo de 2CV vemos que casi lo ha doblado en peso y multiplicado por 8 la potencia de su motor. Sorprendentemente el consumo viene a ser el mismo. El C1 consume 4,6 litros de gasolina cada 100 kilometros mientras que el primer 2CV consumía una media de 4,4 litros.
Obviamente el motor del C1 es varias veces más eficiente que el del 2CV, ya que este último necesita la misma cantidad de combustible para mover un vehículo más ligero y lento. Dicho de otra manera: si hubiéramos empleado toda esta moderna tecnología en un vehículo tan liviano y lento como el 2CV desde los años cincuenta ahora podríamos conducir un coche que apenas consumiría combustible. Por desgracia todo el progreso tecnológico se ha convertido en más peso, más potencia, más velocidad, más confort y más electrónica.
Cinturones de seguridad
Las medidas de seguridad son responsables en parte del peso extra. Es sabido que a los fabricantes les preocupa mucho la seguridad de sus vehículos y eso es bueno, pero su velocidad también ha aumentado siendo la causa de los accidentes más graves, lo que deja en entredicho el progreso en ese aspecto.
Por otra parte, no deja de ser paradójico que el uso de uno de los mecanismos de seguridad más livianos, el cinturón de seguridad, sigua siendo responsable de la importante disminución de muertes por accidente, desde su introducción en los años setenta.
Confort
Otra causa responsable del incremento del peso y consumo de energía es el mayor uso de la electrónica y elementos destinados a mejorar el confort. El primer 2CV tenía un parco tablier que casi no merecía ese nombre y no disfrutaba ni de calefacción ni de aire acondicionado.
Por no tener no tenía ni siquiera indicador de gasolina. Si queríamos saber cuanta gasolina habíamos consumido era preciso detenerse e introducir una varilla graduada en el depósito. Hasta los años sesenta los limpiaparabrisas funcionaban si lo hacían las ruedas delanteras por lo que con el coche parado debían accionarse a manivela.
Si queríamos saber cuanta gasolina habíamos consumido era preciso detenerse e introducir una varilla graduada en el depósito.
Las ventanillas de los 2CV no eran ni mecánicas ni por supuesto eléctricas, se abrían empujándolas con el codo. En los coches actuales todas esas aplicaciones y muchísimas otras, funcionan mediante motores eléctricos.
Toda esa electrónica, que se precisa, aumenta la necesidad de energía no tan solo por su peso sino por su consumo intrínseco, pues la energía que precisan la obtienen en último término del motor de combustión. Si queremos coches energéticamente más eficientes , el 2CV nos muestra que no es más sino menos tecnología lo que necesitamos.