Battery used Battery charging

Las granjas verticales no ahorran espacio

Si la electricidad para las granjas agrícolas verticales proviene de paneles solares, la producción de energía implica ocupar tanto espacio como el que desocupa la propia actividad.

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La agricultura vertical en espacios urbanos de interior está en auge. El uso de luces eléctricas permite que los cultivos crezcan en capas, unas encimas de otras, todo el año. Los partidarios de esta técnica argumentan que de esta forma los agricultores pueden reducir la cantidad de tierras destinadas a la agricultura. Otras ventajas adicionales son que se necesita menos energía para el transporte de comida (la mayoría de gente vive en áreas urbanas) y que se consume menos agua y pesticidas.

¿Qué tipo de cultivos?

Todas las granjas de cultivo vertical que han estado activas comercialmente durante varios años producen los mismos cultivos. Éstos son productos agrícolas con un alto contenido en agua tales como lechugas, tomates, pepinos, pimientos y hierbas. Sin embargo, estos cultivos por sí mismos no pueden alimentar a una ciudad ya que prácticamente carecen de carbohidratos, proteínas o grasas. Para alimentar a una ciudad, se necesitan semillas, legumbres, tubérculos, raíces y aceites comestibles. Globalmente, dichos cultivos se producen en 16 millones de kilómetros cuadrados de superficie agrícola – casi el tamaño de América del Sur. 1

El cultivo vertical de trigo

Una instalación de arte actualmente presente en Bruselas – La Granja (The Farm)- explora lo que conllevaría el cultivo de trigo en una granja vertical. Para el experimento, 1 metro cuadrado de trigo se sembró en un entorno completamente artificial. El proyecto muestra el grado de dependencia a los ecosistemas naturales en la producción de comida tras medir el aporte de materias primas tales como la energía y el agua consumida.

Una hogaza de pan por 345 euros

El experimento muestra que el cultivo de 1m2 de trigo en un entorno artificial cuesta 2,577 kilovatios-hora de electricidad y 394 litros de agua por año. La energía requerida para la producción de hardware (como por ejemplo la iluminación) no está incluida en estos resultados, por lo tanto este coste está infravalorado. El coste de energía consumida por el edificio tampoco se ha tenido en cuenta, y ello incluye tanto la construcción como su uso, por ejemplo para calentar, enfriar y extraer agua.

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El cálculo del coste sí incluye en cambio el precio del equipamiento (1,227 euros). La vida útil de la infraestructura se estima en 8 años. Convertida, la producción de 1m2 de trigo en un entorno artificial cuesta 610 euros por metro cuadrado por año (incluyendo infraestructura, electricidad y agua). De esto, 412 euros van para el consumo de electricidad y sólo 1 euro al consumo de agua. Este último cálculo puede estar sobreestimado ya que la instalación se ha realizado en un espacio de exhibición.

La ‘granja’ produce 4 cosechas al año. Con cada cosecha, se cultiva suficiente trigo como para hacer una hogaza de pan (580 gramos), la cual tiene un coste de al menos 345 euros. Cada hogaza contiene 2,000 kilocalorías, la cantidad que de media necesita una persona al día. Como resultado, se necesita 91 m2 de trigo producido artificialmente por persona, con un coste total de 125,680 euros por año.

La paradoja del cultivo vertical

El uso de iluminación artificial ahorra espacio porque las plantas pueden crecer una encima de la otra, pero si la electricidad para su iluminación proviene de paneles solares, entonces el ahorro de espacio deja de tener sentido ya que los paneles solares ocupan dicho espacio. El cultivo vertical es una paradoja a no ser que se usen energías fósiles. Pero en ese caso, no existe sostenibilidad alguna.

Con un consumo de 175 kilovatios-hora por metro cuadrado de panel solar por año, se calcula que el cultivo en interiores de 1m2 de trigo requiere de 20m2 de paneles solares. Esta es una estimación a la baja, porque los cálculos se basan en la media consumida por un panel solar. Pero como hay mucho menos luz solar en invierno que en verano, en realidad, el cultivo vertical requiere de muchos más paneles solares para mantenerse operativo todo el año.

Asimismo, la infraestructura de almacenamiento requiere de energía, lo que conlleva un coste económico y energético. Finalmente, la producción de paneles solares también requiere energía, la cual exigirá incluso mucho más espacio si el propio proceso de producción funciona con paneles solares.

¿Innovación?

Toda esta crítica también aplica a los cultivos verticales donde crecen lechugas y tomates. En este caso, hay una significante reducción en el uso de agua. Estas actividades generan beneficio, pero sólo porque el proceso depende del aporte de energías fósiles a bajo coste. Si la energía fuera proporcionada por medio de paneles solares, los costes extra y el espacio para el aporte de energía anularían los beneficios en términos de espacio y costes. La única ventaja de un cultivo vertical sería entonces una distancia de transporte más corta. No obstante, el transporte entre ciudad y área rural podría ser aún más sostenible.

El problema con la agricultura no es que ocurra en las áreas rurales, el problema es que depende fuertemente en las energías fósiles. El cultivo vertical no es la solución ya que reemplaza, una vez más, la energía renovable y sin coste proveniente del Sol con tecnología cara que depende de energía fósil (Lámparas LED + ordenadores + edificios de hormigón + paneles solares). Nuestro estilo de vida se está convirtiendo cada vez en algo menos sostenible, incrementando la dependencia a materias primas, infraestructura, máquinas y energía fósil. Desafortunadamente, esto también aplica a la mayoría de tecnología que actualmente se etiqueta como sostenible.

Solar Share (The Farm), por Disnovation.org (Maria Roszkowska, Nicolas Maigret) y Baruch Gottlieb.

Para los comentarios, véase la versión en inglés de este artículo.


  1. Smil, Vaclav. “It’ll be harder than we thought to get the carbon out [Blueprints for a Miracle].” IEEE Spectrum 55.6 (2018): 72-75. ↩︎