Si la electricidad para las granjas agrícolas verticales proviene de paneles solares, la producción de energía implica ocupar tanto espacio como el que desocupa la propia actividad.
Desde el neolítico hasta principios del siglo veinte, los árboles recepados, la poda de copas y los setos nos han proporcionado materiales, comida y energía sostenible.
Durante la primera mitad del siglo veinte, botanistas soviéticos consiguieron cultivar plantas (sub)tropicales en temperaturas tan bajas como 30 grados Celsius bajo cero. Inclusive en exteriores, y sin usar invernaderos ni ninguna clase de combustible fósil.
Desde el siglo XVI hasta el siglo XX, agricultores urbanos cultivaban frutas y vegetales típicos de la zona mediterránea, en zonas tan lejanas como el norte de Inglaterra y Holanda, usando solo energías renovables.
Al contrario de los invernaderos totalmente acristalados, un invernadero solar pasivo está diseñado para retener el máximo calor posible.
Tirar de la cadena del retrete es práctico, pero causa daños ecológicos, priva a las tierras agrícolas de nutrientes esenciales y hace
¿Sería factible volver a impulsar el molino industrial de viento y convertir de nuevo energía cinética directamente en energía mecánica?